¡Cuánto he hecho por convertirme en mago! Intentaba desaparecer un naipe, pero lo descubrían en el puño de mi camisa. Mil veces pronuncié las palabras mágicas "Abracadabra pata de cabra" y la magia brillaba por su ausencia. Una vez traté de sacar un conejo de mi sombreno y el muy sabido se lo llevó. También probé resucitar una mosca, hipnotizar un árbol, adivinar una nota musical.. siempre con malos resultados. Con mejor suerte que yo, el papá de esta historia hace hasta lo imposible por sorprender a su hijo. Sí que lo consigue y mucho más... Jorge Eslava